El karst es un tipo de relieve que se produce en la roca caliza por la erosión de las rocas causada por disolución al contacto con las aguas de escorrentía y se caracteriza por un conjunto de formas superficiales y subterráneas singulares. Y gran parte del suelo de nuestro territorio está compuesto de rocas calizas.
De ahí que en nuestros paseos y recorridos por los montes, sierras y valles del Consorcio del Plazaola nos encontremos frecuentemente con un paisaje kárstico configurado por grandes extensiones de lapiaz, valles cerrados, dolinas u hoyos de mayor o menos tamaño que si no estuviesen cubiertas de vegetación o de bosque semejarían un paisaje lunar, y, finalmente, cuevas, simas y surgencias o manantiales por donde vuelve a surgir el agua que circula subterráneamente.
Ejemplos palpables de este tipo de paisaje los podemos encontrar a lo largo y ancho de la sierra de Aralar, donde son fácilmente visibles grandes extensiones de lapiaz o campos de rocas acanaladas en las que se ven claramente las ranuras y estrías producidas por el agua: alrededores del Santuario de San Miguel, vertiente meridional de las Malloas, etc.
Del mismo modo son reconocibles innumerables dolinas a ambos lados de la carretera que sube al Santuario desde Lekunberri o en las campas de Albi o a los lados de la carretera que de Lekunberri enlaza por Alli y Madotz con el corredor del Arakil.
Igualmente hay magníficos ejemplos de poljés, especie de valles o depresiones kársticas como la que va desde el refugio de Igaratza a la cabecera de Prantzes-Erreka, o valles cerrados como el de Ata, entre Artxueta y Madotz.
En cuanto a las simas cuevas y surgencias, son conocidas, entre otras, las cuevas de Alli y Aldatz y el curioso fenómeno del río Larraun, que nace -con el nombre de Ertzilla- en el nacedero de Aitzarreta, cerca de Baraibar, desaparece en el sumidero de Lezegalde y vuelve a aparecer, ahora sí, con el nombre de río Larraun, en el nacedero de Iribas.